domingo, 22 de diciembre de 2019

Burguesía catalana


“Poco a poco los burgueses nuevos, especialmente en Cataluña y después en Vizcaya, fueron tomando cuerpo y envergadura. Los trabajadores (y también los autores de la época, como Salarich, Monlau, etc) les llaman indistintamente capitalistas, amos o fabricantes. Será, años después, en el Congreso Obrero de Barcelona de 1870, o antes en 1869, cuando seguramente por la tradición medieval catalana, se impone el vocablo burgués (voz catalana que traduce el francés <bourgeois>, habitante del <burgo>) y, por tanto, su versión castellana: burgués.
Desde dicha época, los propietarios de fábricas, los poseedores de capital para invertir en negocios industriales y los financieros de nuevo cuño serán llamados burgueses, a pesar de que a muchos les guste <camuflarse> tras la denominación más ambigua de clases medias. De todas formas, la estabilidad de la Restauración ayudaría a que las burguesías hispanas, al cobrar una conciencia, más o menos deformada, más o menos mística, de su peculiar entidad como clase social, aceptaran de hecho la denominación que les había sido otorgada. Tal hecho, por sí mismo, explica muchas cosas, Una de ellas principal: la estructuración tardía de los diversos núcleos burgueses hispanos.

(…) Los acontecimientos de los años 1868-1874, la Primera Internacional, aglutinando y dando savia nueva a los dirigentes de las nuevas organizaciones obreras; el peligro de los carlistas sublevados desde 1872; los traumas de la Primera República, en 1873, y su secuela cantonalista, etc, impresionaron a las burguesías acomodadas y motivaron la espectacular marcha atrás, rehaciendo el viejo pacto triangular y haciendo posible la Restauración.
Respecto al pacto diremos que <<suelda el triángulo hasta 1931, por lo menos, va a regir las actividades financieras, económicas y políticas del país. Tal triángulo -sigue escribiendo Vicens Vives (“Historia económica y social de España y América”)- tiene un vértice en la industria textil catalana, otro en la agricultura castellana (y andaluza, por tanto) y el tercero en los ferreteros vascos. Siderúrgicos, cerealistas y algodoneros constituyen un sólido triángulo, mucho más efectivo que cualquier combinación ministerial, política o militar. Ellos son los que mandan. Mandarán durante el período moderado, e incluso serán los dueños del país durante la Restauración>>.
Antoni Jutglar (1973): La sociedad española contemporánea, Madrid, Guadiana, pp. 200-203.

¿Hay alguna duda de que ese próspero triángulo no siguiera mandando durante la dictadura franquista?

Eso no lo preguntan ni Jutglar ni Vicens, lo pregunto, retóricamente, yo, aunque para mí ya tengo la respuesta. 
No sé si esos mozalbetes que corretean por Barcelona, teledirigidos desde Waterloo tienen contestación. Es más, dudo que se hayan planteado siquiera la pregunta. ¿Burguesías? ¿Amos? ¿Dirigentes obreros? ¿Clases sociales? ¿Qué será eso? Qué palabras tan antiguas… ante el postmodernísimo derecho a decidir.         

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