“Poco
a poco los burgueses nuevos, especialmente en Cataluña y después en Vizcaya,
fueron tomando cuerpo y envergadura. Los trabajadores (y también los autores de
la época, como Salarich, Monlau, etc) les llaman indistintamente capitalistas,
amos o fabricantes. Será, años después, en el Congreso Obrero de Barcelona de
1870, o antes en 1869, cuando seguramente por la tradición medieval catalana,
se impone el vocablo burgués (voz catalana que traduce el francés <bourgeois>,
habitante del <burgo>) y, por tanto, su versión castellana: burgués.
Desde
dicha época, los propietarios de fábricas, los poseedores de capital para
invertir en negocios industriales y los financieros de nuevo cuño serán llamados
burgueses, a pesar de que a muchos les guste <camuflarse> tras la
denominación más ambigua de clases medias. De todas formas, la estabilidad de
la Restauración ayudaría a que las burguesías hispanas, al cobrar una
conciencia, más o menos deformada, más o menos mística, de su peculiar entidad
como clase social, aceptaran de hecho la denominación que les había sido
otorgada. Tal hecho, por sí mismo, explica muchas cosas, Una de ellas
principal: la estructuración tardía de los diversos núcleos burgueses hispanos.
(…)
Los acontecimientos de los años 1868-1874, la Primera Internacional,
aglutinando y dando savia nueva a los dirigentes de las nuevas organizaciones
obreras; el peligro de los carlistas sublevados desde 1872; los traumas de la Primera
República, en 1873, y su secuela cantonalista, etc, impresionaron a las
burguesías acomodadas y motivaron la espectacular marcha atrás, rehaciendo el
viejo pacto triangular y haciendo posible la Restauración.
Respecto al pacto diremos que <<suelda el triángulo
hasta 1931, por lo menos, va a regir las actividades financieras, económicas y
políticas del país. Tal triángulo -sigue escribiendo Vicens Vives (“Historia
económica y social de España y América”)- tiene un vértice en la industria
textil catalana, otro en la agricultura castellana (y andaluza, por tanto) y el
tercero en los ferreteros vascos. Siderúrgicos, cerealistas y algodoneros
constituyen un sólido triángulo, mucho más efectivo que cualquier combinación
ministerial, política o militar. Ellos son los que mandan. Mandarán durante el
período moderado, e incluso serán los dueños del país durante la Restauración>>.
Antoni Jutglar (1973): La sociedad española
contemporánea, Madrid, Guadiana, pp. 200-203.
¿Hay alguna duda de que ese próspero triángulo no siguiera
mandando durante la dictadura franquista?
Eso no lo preguntan ni Jutglar ni Vicens, lo pregunto,
retóricamente, yo, aunque para mí ya tengo la respuesta.
No sé si esos
mozalbetes que corretean por Barcelona, teledirigidos desde Waterloo tienen contestación.
Es más, dudo que se hayan planteado siquiera la pregunta. ¿Burguesías? ¿Amos?
¿Dirigentes obreros? ¿Clases sociales? ¿Qué será eso? Qué palabras tan antiguas…
ante el postmodernísimo derecho a decidir.
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