jueves, 19 de diciembre de 2019

Apostillas a "Los conflictos catalanes"

Contestaciones al intercambio de ideas con Maravillas Cora y Carlos Urbán, suscitadas por el artículo "Los conflictos catalanes".

Jurídicamente no lo sé, no soy jurista. Puede ser un intento de rebelión, una sedición, pero desde otro punto de vista, más político, puede ser un intento de golpe de estado, un golpe palaciego o incluso una revolución pacífica; pero por su originalidad habría que caracterizarlo primero. Tengo que pensarlo, porque no tengo claro un termino preciso, pero sí tengo claro el propósito.

Carlos Urban tanto da que se produzca la sedición en una región o en una nacionalidad (término de acepción ambigua) porque revela la intención de separar un territorio y fundar un nuevo país a costa de reducir la superficie de otro. Y quizá por haberse producido el intento sedicioso en una "nacionalidad", que al parecer tiene una categoría superior a la región en la escala de valores que califica el grado de desigualdad o de privilegio, el delito debería ser calificado con más dureza. En cualquier caso, tanto Cataluña como Murcia, son comunidades autónomas, es decir, estructuras subordinadas al Estado español.

Región o comunidad autónoma no me parece un anacronismo: es un territorio gobernado políticamente, no sólo administrativamente, dotado de un margen de actuación limitado y dependiente, en última instancia, de un poder superior. Es una cuestión de escala o de jerarquía, que los nacionalistas no pueden soportar. Respecto al 1-O-2017, quizá fue un acto un poco torpe, que es marca de la casa (PP-Rajoy), que pecó de ingenuidad y de falta de información, porque la organización sorprendió al ministro del Interior. Pero era un acto prohibido, en una cadena de actos prohibidos, que no debía ser consentido. Y eso de que no tenía validez, es relativo, pues Torra y los suyos dicen que aplican el mandato salido de las urnas aquel día. La herida que tardará décadas en cerrarse empezó a abrirse hace años, ante la indiferencia del gobierno español. Lo de imponer por la fuerza las ideas es lo que están haciendo los nacionalistas, minoría, sobre el resto de catalanes y respecto al derecho, no reposa sólo en la fuerza, por cierto, la única legítima es la del Estado, no la de esos mozalbetes con capucha, sino en el acuerdo del cuerpo legislativo. Votamos para eso, no sólo para tener gobierno, sino, sobre todo, para hacer leyes.

Hombre, no me parece una fruslería que los dias 6 y 7 de septiembre se abolieran simultáneamente la Constitución y el Estatut con una ley sacada de la manga, elaborada en secreto y saltándose a la torera el dictamen de los letrados de la cámara, el reglamento y el procedimiento de reforma del propio Estatut. Ni parece una bagatela que el 23 de enero de 2013, en el primer pleno de la legislatura, el Parlament aprobara una declaración que proclamaba al pueblo catalán sujeto político y jurídico soberano y que unos días después, la Generalitat funde en Consejo Asesor para la Transición Nacional que debe explorar las vías legales hacia la independencia. Si es que los actos, los sucesos puntuales no pueden verse de forma aislada, se trata de un proceso "un procés", anunciado, perseguido y realizado... que falló.

No me considero de derecha, ni extrema ni moderada, debo ser un bicho raro, porque soy de izquierdas (creo) y pienso que los movimientos separatistas son un desastre para el país y para Europa.

No tengo nada que ver con el nacionalismo español; no estoy henchido de patriotismo y amor a la bandera, no me gusta el folclorismo de tanto patriota que no paga impuestos y que privatiza los bienes del país a favor de su propio peculio. No creo que España sea mejor que otros países, que tengamos una historia mejor, ni que nos tengan manía por ahí fuera. Tampoco defiendo que de la Transición salió un régimen político perfecto y eterno y que la Constitución no deba ajustarse a los cambios producidos en la sociedad. Es más, creo que la Transición está inconclusa, pero no que las reclamaciones del nacionalismo periférico sean tareas pendientes de la "revolución burguesa", que deban ser asumidas por las izquierdas. Y pienso también que hay que culminar el llamado estado autonómico con una profunda reforma, para acabar con tanto tironeo, y que el remedio es una estructura federal, y digo federal y no confederal, es decir un Estado unido pero descentralizado y no una confederación de estados, que se correspondan con esa España imaginaria concebida como una nación de naciones.

Preámbulo de la Constitución de Estados Unidos, aprobada en la Convención de Filadelfía en 1787. "Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, con el fin de formar una Unión más perfecta, establecer la justicia, garantizar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes las beneficios de la libertad, promulgamos y sancionamos esta Constitución para los Estados Unidos de América". Recalco, Constitución federal para "formar una Unión más perfecta". Sin duda, los argumentos de los federalistas (Madison, Hamilton y Jay), cuyos textos deberían ser de lectura obligatoria para tantos izquierdistas despistados, influyeron en los constituyentes

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