¿Qué es ser de izquierda, hoy? La respuesta es
sencilla.
Situarse en la izquierda del espectro político,
considerarse una persona “de” izquierdas o de izquierda, en singular, es una
manera de colocarse en el mundo y ante el mundo; una manera de ver el mundo, de
percibir y explicar el mundo; una forma de emplazarse en la sociedad y ante la
sociedad; ante una sociedad determinada y en un tiempo, igualmente, determinado,
intentando ser coetáneos del presente.
Ser de
izquierda, considerarse de izquierda es ubicarse en una época y ante una época,
aceptar sus circunstancias y condiciones y hacer frente a sus desafíos.
Ser de
izquierdas es una manera de ser y de estar en el mundo, dada por una ética
exigente y difícil de seguir -que ojalá fuera universal-, que obliga a tener
conciencia de la responsabilidad contraída con los otros, tanto en el ámbito
privado (pareja, hijos, familia, amigos, vecinos, profesión, trabajo,
negocios), como en el ámbito de lo público y compartido, respecto a los bienes que
son comunes, sobre todo, cuando se asumen cargos institucionales.
Ser de
izquierda implica tener una mirada crítica respecto al mundo recibido y asumir el
compromiso de reformarlo para hacerlo mejor. Es decir, no permanecer inerte
ante la deriva del mundo: ser de izquierda supone ser activo y aceptar el
compromiso de cambiar el mundo, la sociedad, el entorno inmediato, el propio
país, para dejarlo, a las generaciones venideras, en mejor estado del que lo
recibieron las generaciones presentes.
Este
compromiso, además de ético y generacional, es democrático, pues supone una
posición y una acción a favor de la mayoría, en particular, de las clases
subalternas, las clases trabajadoras, las personas peor dotadas por la
naturaleza o peor tratadas por la economía; y de la creciente mayoría de
marginados, despojados y empobrecidos, generada por la globalización, por las
crisis financieras y por las medidas de austeridad selectiva, dirigidas hacia abajo
de la escala de rentas y habilitadas, en teoría, para salir de la crisis, pero que,
en la práctica, han servido para redondear el expolio iniciado antes y establecer
una situación, difícil de revertir, que asegure una etapa prolongada de
crecimiento y acumulación de capital que transfiera, con la menor resistencia
posible de los perjudicados, riqueza desde las rentas bajas hacia las altas.
Hoy, ante las cercanas elecciones, ser de
izquierda supone, al menos en el terreno de los principios, intentar revertir
estas perversas tendencias y apoyar programas políticos encaminados a corregir
las asimetrías que padecemos, es decir: igualar derechos, equilibrar rentas, repartir
cargas y beneficios en desigual proporción -quien obtiene más beneficio, debe asumir
más cargas-, preservar bienes y servicios públicos, ofrecer oportunidades, garantizar
la protección de las personas y grupos sociales más débiles y fundar instituciones
que aseguren la continuidad de las medidas solidarias.
Dicho sea sin ánimo de molestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario