Me
resistía, pero al final sucumbí: la carne (de cañón) es débil. Pospuse un
episodio de “Homeland” y me “enchufé” al debate “a seis” de TVE-1, con la
promesa -a mi santa, que estaba a mi vera- de que no haría comentarios sobre la
marcha, como si yo fuera otro candidato que tuviera que responder a todos los
demás. Promesa que incumplí repetidas veces…
Por
lo que he ido viendo, oyendo y leyendo sobre el programa, hay opiniones para
todos los gustos, claro está, y detrás de cada opinión se adivina una ideología
y la afinidad con un partido político, pero vayamos al tema.
Una
observación referida a la simple cortesía. ¿Por qué los participantes y el moderador del programa están de pie? No
entiendo esa preferencia por facilitar las varices, pero debe tener alguna
razón seria, que no alcanzo a comprender. Quizá se deba a la táctica de algún
experto en comunicacionismo político, que no ha entendido bien el manual en
inglés de algún “coaching” norteamericano… A lo mejor allí, como son tan
puritanos…
Pero
vayamos al tema y empecemos por ellas, que iban arregladas, algunas muy
arregladas, sobre todo las que, por sus opiniones, se colocaban a la derecha
del espectro político -Cayetana, más severa; Inés, un pincel en color rosa. Las
otras dos, -las “hermanas” Montero- bien, discreta Irene, ropa cómoda en estilo
casual y urbano; nada de transgresiones, y no tanto María Jesús, más excéntrica
y “desigual”, más en ministra.
Y
vamos con los dos adanes, que parecían llegar de dos mundos opuestos y, sin
embargo, parecidos. Aitor iba como siempre, vestía un traje azul, de los
clásicos de caballero, corbata a juego, camisa de último grito, con el cuello
de corte horizontal, que gusta tanto a los políticos de la derecha, y zapatos
negros. Iba a tono, con cierta elegancia funcional.
Su
oponente, que no ha oído hablar de Petronio ni de Beau Brummell, iba… iba… iba
de Rufián style. O sea, camisa blanca de picos abajo, cuello abierto, chaqueta
azul abrochada, que le venía un poco estrecha o era un recurso para resaltar la
corpulencia pectoral. Pantalón azul, vaquero y arrugado, y zapatos marrones. Ya
sé que el hábito no hace al monje, ni siquiera en ERC, que parece que tiene
tantos, pero esos zapatos… Es que no podía apartar la vista. Así que Aitor, el
del tractor, parecía un brazo de mar al lado de este muchacho urbano.
Por lo que se refiere al
debate, que fue interesante, y por resumir, hay que señalar que la ministra no
tuvo uno de sus mejores días, iba nerviosa, casi precipitada, ante al acoso a
que la sometía Cayetana, que aplicó la táctica habitual del PP de no dejar
hablar y de interrumpir constantemente. Claro, que tenía poco que decir sobre
el programa de su partido y sobre este país, del que sólo parece conocer la
Andalucía de Susana Díaz. Del resto, nada de nada -le parecerá buena la gestión
del PP en Madrid, en Valencia, en Murcia, en Castilla la Mancha y, claro está,
en la Gurtel, etc, etc-, y del programa nada, mostrando que el PP carece de
programa salvo llegar a la Moncloa como sea para seguir haciendo lo que ha
hecho hasta ahora, y para eso hay que impedir que la izquierda vuelva a
gobernar. La verdad es que su intervención me defraudó, esperaba de ella algo
más de calidad, no de calidez, porque estuvo fría y seca.
Arrimadas
no estuvo mejor, recitó tres o cuatro cositas de su tierra natal y de la
adoptiva, y el mantra de los emprendedores. Sus alusiones a que los dirigentes
comunistas viven muy bien, me sonaron a muletilla viejuna. Se la vio falta de
recursos, trasplantada; fuera de Cataluña no se luce. Y contó un chiste bueno
cuando dijo que Ciudadanos era el partido de la igualdad. Casi me caí del
sillón.
Irene
dejó el estilo mitinero que suele utilizar, se ve que preparó mucho los gestos
y el tono de la intervención; fue prolija en datos y cifras pero con una
proyección utópica: se puede, se puede. Y no secundó las provocaciones de
Cayetana, que fue incansable en su estrategia destructiva.
Rufián
estuvo relativamente moderado y recitó la parte social del programa que ERC
olvida cuando llega a gobernar o cogobernar, para mostrar su verdadera alma (son
católicos), que es el nacionalismo.
Finalmente, Aitor, relajado y
con muchas tablas, estuvo propositivo y moderado; pragmático y constructivo,
pero recalcando cada vez que podía, que son los dueños de la parcela vasca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario