sábado, 8 de diciembre de 2018

Consenso. Solé Tura


Nadie pudo decir que aquella era su Constitución total y absolutamente. Y este es, posiblemente, uno de los mayores éxitos del texto constitucional: todos tuvieron que renunciar a algo importante para conseguir lo más importante de todo, una Constitución de responsabilidad y consenso.
El consenso tuvo en aquellos momentos iniciales mala prensa. La gente no lo entendía o lo confundía con un pasteleo más o menos clásico. Pero yo creo que fue una aportación decisiva a nuestra trayectoria política colectiva.
Para los comunistas la razón fundamental del consenso era doble: por un lado, las enseñanzas de nuestra historia política y constitucional; por otro, las condiciones en que se estaba desarrollando la transición de la dictadura a la democracia…
El Estado español que llegaba hasta nosotros tras la muerte de Franco era un Estado centralista a ultranza, cuyos aparatos e instituciones fundamentales se habían forjado bajo la hegemonía de la derecha más cerrada. En realidad, el Estado español contemporáneo se había forjado bajo las Constituciones conservadoras de 1845 y 1876. Todos los intentos de democratizar y de ampliar las libertades habían sido breves y habían terminado de manera violenta con intervenciones militares, sin tener la posibilidad de democratizar los aparatos del Estado y de consolidar un sistema moderno de partidos políticos.
Pero junto a las enseñanzas de nuestra historia estaban las condiciones en que se llevaba a cabo la transición de la dictadura a la democracia. En 1977, al iniciarse el período constituyente, habían desaparecido algunos aspectos significativos del franquismo, como las Cortes orgánicas, el sindicato vertical, el Movimiento Nacional y el propio general Franco como centro aglutinador de los sectores que dirigían aquel Estado. Pero la mayoría de los principales aparatos del Estado pasaban a la democracia prácticamente intactos y con niveles muy desiguales de aceptar la nueva situación. Me refiero al Ejército, a la Administración, al aparato judicial, a las fuerzas de seguridad y, desde luego, a los poderes autonómicos (sic) públicos y privados.  

J. Solé Tura: “Los comunistas en el proceso constituyente”, en Historia de la Transición (II), fascículo 36, Diario 16, Madrid, 1984.


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