jueves, 6 de diciembre de 2018

40º Aniversario de la Constitución. Argumentos


40º Aniversario de la Constitución. Argumentos
Hoy es día de fiesta y procede hablar de las luces de la Constitución. Otro día hablaremos de las sombras, pero hoy reproduzco algunos de los argumentos del discurso de entonces, que fueron, en síntesis, los siguientes:

La Constitución tiene un contenido integrador, pues en su articulado hallan representación todas las sensibilidades sociales y todas las tendencias políticas. No es la Constitución de una parte de la sociedad sobre el resto ni la de un partido sobre los demás, sino la Constitución de todos y para todos. No es una Constitución de derechas ni de izquierdas, y permite, en consecuencia, que partidos de todo el espectro político puedan gobernar.

La Constitución supone la creación de un marco de referencia dentro del cual todas las tendencias políticas pueden discutir y en el que se pueden resolver viejos contenciosos que han marcado trágicamente la historia de España; es decir, un marco que puede acoger a todos aquellos que crean en el diálogo como base de la convivencia.
Quedan, por tanto, al margen de ella aquellas opciones que propugnan la violencia y la intolerancia como formas de expresión política, entre las cuales, el terrorismo y el golpismo involucionista son las más representativas.

La Constitución tiene, también, un sentido médico, referido al armazón anatómico del país: la nueva columna vertebral del cuerpo civil (la España, por fin, vertebrada); el marco legal para resolver pacíficamente los conflictos y desterrar para siempre los antagonismos seculares que han dado lugar a las dos Españas. La Carta Magna es un símbolo de la reconciliación y de la superación de las secuelas de la guerra civil; un reencuentro, un abrazo sin revancha. .

La Constitución es la norma suprema que define para un futuro prolongado las reglas del juego democrático y consagra un modelo de régimen político, en el cual los actos del Gobierno, emanado de la voluntad ciudadana, tienen como límites dichas reglas, y el funcionamiento de los poderes del Estado se halla bajo la supervisión de instituciones representativas y de la vigilancia de la opinión pública.
Con su aprobación en referéndum termina la Transición como un período de interinidad institucional y España entra, tardía pero definitivamente, en la modernidad.


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