"Viajo mucho, encuentro España bellísima, gente nobilísima,
costumbres que tienden al bienestar y un deseo, sobre todo, de que lo suyo no
sea ignorado: ni sus escritores o sus pintores ni la carne de olla, cocido o como
se le llame. Encuentro una España una, aunque remede a Franco; y la misma
incultura que él sembró y que sus seguidores acrecientan: aman la ignorancia. Con
todo esto, me escandalizo de que el problema de España está artificialmente
situado ahora en los "nacionalismos", que son un desarrollo político
de las diferencias insignificantes. Porque lo que me parece significativo es el
ser humano, su comida y su guarida, su desarrollo mental, su sexualidad (el
amor, claro), sus relaciones entre edades y sexos: en fin, la persona.
La
persistencia de las dos Españas, que leo por aquí, sólo la veo como artificial:
hay cuarenta millones de Españas. Y en lo que creo es en que sean solidarios:
no en que se dividan como enemigos en hombres y mujeres, viejos y niños, vascos
y gallegos, del Madrid o del Barcelona, de piso principal o de ático. Igualdad
con individualidad" (fragmento).
E. Haro Tecglen, El País, 23/2/2004.
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