lunes, 26 de junio de 2017

El arte de la guerra

Breve introducción a la lectura del libro de Sunzi (Sun Tzu).

La guerra es el asunto más importante para el Estado. Es el terreno de la vida y de la muerte, la vía que conduce a la supervivencia o a la aniquilación. No puede ser ignorada.

Así comienza Sunzi El arte de la guerra. La guerra es un asunto importante e inevitable; es un asunto complejo, que depende de muchos factores (sociales, políticos, económicos, orográficos, climáticos y, por supuesto, militares). Es un asunto colectivo: la guerra implica a muchas personas, es asunto de masas, de movilización de masas, pero también es un asunto de dirigentes.
Sunzi destina su libro a ilustrar a los generales, no a la tropa; a los estrategas, a aquellos que deben hacer de la guerra un ejercicio intelectual antes que un ejercicio bélico o un asunto de preparación corporal y adiestramiento en el uso de las armas.
El arte de la guerra data, aproximadamente, del último tercio del siglo IV a.n.e., como hipótesis más probable.
Parece que Sunzi (544-496 a.n.e.) fue contemporáneo de Confucio (551-479 a.n.e.) y que escribió, él o sus discípulos (otra hipótesis), su libro en una etapa en que se producía en China una profunda mutación política desde el período llamado de Primaveras y Otoños (770-476 a.n.e.) a la etapa de los Reinos Combatientes (476-221 a.n.e).
Esta mutación, debida a la crisis del régimen político aristocrático, consistió en   concentrar en manos de unos pocos monarcas autoritarios el poder que había estado repartido entre familias aristocráticas. Así, el poder detentado por una numerosa y dispersa nobleza a lo largo de China quedará concentrado en un soberano y centralizado en la capital de cada reino. Con ello, aparece un nuevo tipo de relaciones entre los reinos, basado tanto en la diplomacia como en los conflictos bélicos a gran escala.

Diferencias entre la noción de la guerra por parte de la nobleza -período de las Primaveras y Otoños- y la concepción de Sunzi en la etapa de los Reinos Combatientes.

La guerra s/ la nobleza
La guerra según Sunzi
Función
Simbólica: homenaje muertos
Práctica: defensa y/o conquista
Legitimidad
Nobles: uso de la violencia
Estado: uso de la violencia
Actores
Aristocracia y huestes
Estratega, masas campesinas
Fines
Demostrar valor, honor
Conquistar territorio, riqueza
Forma
Competición ritual, duelo
Guerra de masas, levas
Conocer
Por adivinación
Análisis racional, cálculo
Normas
Virtudes caballerescas
Todo vale, incluso engañar
Eficacia
Destreza con las armas
Estrategia. Disciplina colectiva.
Tropa
Caballería, carros
Infantería
Efectos
Guerra parcial
Afecta a toda la población

Rasgo distintivo fundamental
El rasgo distintivo fundamental entre ambas formas de abordar el conflicto armado es el paso de la guerra al modo aristocrático a la guerra de masas.
Lo que en la guerra, en la etapa de Primaveras y Otoños, es demostración de la habilidad personal de los nobles en la preparación corporal (artes marciales) y en la destreza en el manejo de las armas, en la guerra según Sunzi es poder sobre las masas, visión de la guerra a largo plazo -estrategia- y habilidad para disponer y utilizar las tropas de modo eficiente en el combate. La preparación voluntaria del guerrero de la nobleza, conseguida con un constante esfuerzo personal siguiendo el estricto protocolo de las artes marciales, en la guerra de masas se sustituye por la necesidad de mover con conocimiento, orden y eficacia grandes cantidades de personas mediante el adiestramiento en la obediencia y la disciplina. La lucha de masas reemplaza al duelo caballeresco. 
Lo que en la guerra al estilo aristocrático depende de la preparación individual, en la guerra de masas, según Sunzi, se consigue con la fuerza del número, de gran cantidad de personas sin gran preparación en las artes marciales. El éxito del estratega reside en lograr que las levas de campesinos sin adiestramiento militar se comporten con eficacia en el combate siguiendo las órdenes recibidas. El estratega debe conseguir obediencia a sus órdenes para mover, en determinada dirección y alcanzar determinados fines, a miles de individuos con independencia de su voluntad. El ejército debe ser una máquina que responde de modo automático a las órdenes del estratega.
En la guerra según Sunzi no cabe el estricto y complejo ritual que envuelve y condiciona la guerra al modo aristocrático, que obliga a los contendientes a dedicar mucho tiempo (toda su vida) a conocer y perfeccionar unas reglas de combate muy estrictas, cuya aceptación y cumplimiento son signos de nobleza.
El modelo de guerra según Sunzi sobrepasa el conflicto como ocupación exclusiva del estamento aristocrático y lo extiende a la población de todo el reino, adaptando su estructura, ingresos, administración territorial y gobierno de las personas a los objetivos de la guerra. Por ello, es un tipo de guerra que precisa del análisis racional y el conocimiento general, del enemigo, del estado de las propias tropas, del terreno y del clima; necesita de la información, del cálculo y del engaño (la guerra es el arte de engañar).  Y el estratega es el que conoce y actúa según estos principios, al contrario que en la guerra según la nobleza, en que la adivinación jugaba un papel importante.
“El arte de la guerra” más que un manual para la guerra es una reflexión filosófica sobre la naturaleza humana, sobre el poder y la dominación. Sunzi no es un caudillo belicoso que se complace en perseguir y destruir al enemigo, sino al contrario, muestra que la guerra se debe evitar. Para él, la mejor victoria es la que se produce sin combate – “los más deseable es someter al enemigo sin librar una batalla con él”-, pero tampoco es un pacifista. Él admite la guerra, piensa que es mejor evitarla -“En la guerra es preferible conservar un país que destruirlo, preservar un ejército que destruirlo, preservar un batallón que destruirlo, preservar una compañía que destruirla, preservar una brigada que destruirla. Por tanto, obtener cien victorias sobre cien combates no es lo mejor. Lo más deseable es someter al enemigo sin librar batalla con él”-, pero si no es posible apunta los principios necesarios para ganarla -la guerra se estructura en cinco factores: la virtud (la cohesión entre los superiores y el pueblo), el clima, la topografía, el mando y la disciplina)-. El conocimiento de estos factores permite al buen estratega someter a las fuerzas enemigas, pues “quien conoce al enemigo y se conoce a sí mismo disputa cien combates sin peligro. Quien conoce al enemigo pero no se conoce a sí mismo vence una vez y pierde otra. Quien no conoce al enemigo ni se conoce a sí mismo es derrotado en todas las ocasiones”.  

La edición de Trotta (2001) de “El arte de la guerra” es bastante buena y trae una extensa introducción que ayuda mucho a entender el texto. Y quienes sepan chino (imagino que mandarín) pueden intentar entender al Maestro en las páginas finales.

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