miércoles, 24 de mayo de 2017

Puigdemont actúa en Madrid

Good morning, Spain, que es different

El President de la Generalitat se ha desplazado a actuar a Madrid, o dicho con el léxico del teatro a hacer un “bolo” en la capital, con el fausto motivo de presentar al público asistente las últimas novedades del plan de “desconexión” de Cataluña respecto a España.
No lo ha hecho en el Congreso, aceptando la invitación, con la boca pequeña, bien es verdad, que le han hecho el Presidente y la vicepresidenta del Gobierno, sino en una sala alquilada al Ayuntamiento capitalino. En eso ha seguido el (mal) ejemplo de su mentor, el “astut” Artur Mas, que también declinó en su día presentar su plan secesionista donde corresponde, que es el Congreso, donde está representada la soberanía nacional, incluyendo la suya, hasta, por lo menos, nueva orden.
Puigdemont no ha viajado hasta Madrid para discutir, sino para hacerse escuchar sin debatir y para dictar un ultimátum al Gobierno, envuelto en una aparente oferta de negociación sobre la celebración de un referéndum de autodeterminación, que eso es lo que esconde el “derecho a decidir”, con que los nacionalistas vascos, que son los inventores del sofisma, nos estuvieron mareando una temporada en tiempos del célebre lendakari Ibarretxe.
Pero con todo el plan de separación pergeñado y ultimada la llamada Ley de Transitoriedad Jurídica de la Generalitat, elaborada de prisa y corriendo y en secreto, con las condiciones del refrendo establecidas, y, por cierto, muy poco democráticas, ya que hasta la prensa quedará bajo la vigilancia de los independentistas, y con las urnas ya compradas, poco se puede negociar.
En un referéndum que se parece tanto a los que le gustaban a Franco, ese general del que los jóvenes (y jóvenas) de la CUP han oído hablar a sus padres y abuelos, y que tantos apoyos recibió en Cataluña (lean, lean “La vanguardia”, el “Noticiero universal” o “El correo catalán” de aquellos años), ¿qué se puede negociar con el Gobierno central?, cuando hasta la citada Ley tiene ya prevista la pregunta que han de contestar los ciudadanos: ¿el día? ¿festivo o laborable? ¿Las horas que ha de durar de la jornada electoral?
No son las ganas de negociar las condiciones del refrendo lo que ha llevado a  Puigdemont, y a su comitiva, a Madrid, sino la intención de “fabricar” una coartada de cara a Europa y al ancho mundo, que, según los independentistas, espera con ansiedad las decisiones del President, en el caso, seguro, de que el Gobierno impida la celebración. Entonces, los indepes, colocándose en el papel de víctimas que tan buenos réditos les ha proporcionado, utilizarán la visita para alzarse con la excusa perfecta: nadie se debe asombrar, ya que nosotros quisimos negociar hasta el último minuto, incluso el President de la Generalitat se desplazó a Madrid, pero no fue escuchado. Si Cataluña es independiente es porque Rajoy y España (“que nos roba”) han querido.
Pero como la aludida Ley de Transitoriedad Jurídica, que, por cierto, vulnera no sólo la Constitución sino el vigente Estatut, con cuyo respaldo gobierna Puigdemont siete millones de personas, establece que si el Gobierno prohíbe la consulta la ley entrará en vigor de forma inmediata y establecerá de modo unilateral una república parlamentaria en Cataluña, lo que ha llevado a Puigdemont a Madrid es realmente una advertencia o mejor dicho, un ultimátum expresado en estos términos: o el Gobierno acepta celebrar un referéndum de autodeterminación, que pienso ganar, porque están puestas las condiciones para ello, o Cataluña será independiente sin consulta.
Una exigencia que cualquier gobierno estaría obligado a rechazar.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario