Good morning, Spain,
que es different
El tesorero vuelve al tesoro
Ha sonado el timbre de la puerta en Génova 13 (Rue del
Percebe), pero al abrir no estaba en el umbral una señorita de Avon vendiendo
productos de belleza, sino el antiguo repartidor de sobres, el muñidor de
apaños financieros, el evasor de confianza, el contable fiable, el subvencionador
de guatequines infantiles con confeti y choped ibérico de bellota y el conseguidor
de otras muchas maravillas, el mismísimo Luis Bárcenas.
Recién salido de la trena (“De Ávila”, decía Tony Leblanc
en “Los tramposos”), Bárcenas vuelve a la vida activa y pública para preguntar
qué hay de lo suyo, como antes los perceptores de sobres le preguntaban a él “qué
hay de lo mío” hasta que soltaba la manteca, porque el PP es un partido jerárquico
pero adiposo y bien engrasado.
Una vez que el juez instructor ha reconocido que el PP se
ha estado financiando de manera ilegal durante dos décadas y que se extienden
hacia atrás y hacia arriba las responsabilidades del caso, Bárcenas vuelve para
recuperar el lugar que le corresponde, el de aplicado tesorero (y a ratos
senador) a las órdenes de quienes han dirigido y dirigen sin resistencias internas
un partido organizado verticalmente, en el que no se hace un movimiento que no
esté autorizado por el líder, mucho menos lo referido al dinero, que es su
principal razón de existir ("Estoy en política para forrarme").
Bárcenas quiere su dinero o volver a su puesto de diligente empleado.
Ahora resulta que el finiquito simulado en diferido ha quedado en una simple propina para que aceptara pasar una temporada en el mako (“Sé fuerte, Luis. Aguanta”), pero el despechado tesorero lo interpreta como un despido improcedente (“Mariano, sé fuerte. Y paga”), que, de acabar en los juzgados, puede dar la razón al demandante y obligar a la empresa, es decir al partido- Gurtel & Company, a reintegrarle en su puesto de trabajo o a indemnizarle con un finiquito verdadero, un refiniquito, un copago de finiquito final o cualquier otra fórmula original que madame Cospedal se saque de la manga.
Ahora resulta que el finiquito simulado en diferido ha quedado en una simple propina para que aceptara pasar una temporada en el mako (“Sé fuerte, Luis. Aguanta”), pero el despechado tesorero lo interpreta como un despido improcedente (“Mariano, sé fuerte. Y paga”), que, de acabar en los juzgados, puede dar la razón al demandante y obligar a la empresa, es decir al partido- Gurtel & Company, a reintegrarle en su puesto de trabajo o a indemnizarle con un finiquito verdadero, un refiniquito, un copago de finiquito final o cualquier otra fórmula original que madame Cospedal se saque de la manga.
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