viernes, 8 de marzo de 2024

11-M-2004. XX aniversario (1).

1. La opinión del Gobierno: ante la duda, ETA

El día 11 de marzo de 2004 será de los que no se olviden en mucho tiempo. La brutalidad de los atentados conmociona toda Europa y más lejos. La ciudad de Madrid se sumerge en un torbellino de perplejidad, tristeza, dolor, socorros frenéticos y solidaridad a raudales. A medida que transcurre el día y se percibe la magnitud de la tragedia la actividad ciudadana se va paralizando. La gente regresa pronto a sus casas y parte de la hostelería y la industria del ocio cierra sus negocios. 

La campaña electoral se suspende, se establece la comunicación entre los responsables políticos (en varios casos rota desde hace tiempo), se hacen las primeras declaraciones y se busca explicación a unos hechos terribles, cuya autoría, por seguir una dilatada y macabra costumbre, apunta a ETA.

Numerosas muestras de solidaridad llegan de toda España y del extranjero, pero los primeros en expresar su pesar y su rechazo son los vascos, se diría que, movidos, como escribe Kepa Aulestia al día siguiente, por el sentimiento de culpa de pertenecer a una colectividad en cuyo nombre unos pocos podían cometer tal atrocidad.   

A las 9,30 de la mañana, un consternado Ibarretxe dice ante las cámaras de televisión: Los terroristas son simplemente alimañas... Qué monstruosidad, qué espanto tan grande...ETA está escribiendo sus últimas páginas. Pero Arnaldo Otegui le corrige: No contemplo ni como hipótesis que ETA esté detrás de esos atentados. Porque ETA a lo largo de su historia siempre ha avisado de la colocación de los explosivos. Rechaza el atentado y lo atribuye a un operativo de la resistencia árabe. Lo cual no aclara mucho, porque Otegi es un habitual exculpador de las barbaridades de ETA, y porque ésta no siempre ha avisado de sus intenciones -recuérdense las bombas trampa- ni ha asumido todos los atentados cometidos (el de la cafetería Rolando, en Madrid, por ejemplo).

Aznar convoca parcialmente al Gobierno, pero no al Gabinete de crisis (que se reúne por vez primera el 17 de marzo). En la reunión, de la que no existe acta, están presentes los vicepresidentes R. Rato y J. Arenas, el ministro del Interior, A. Acebes, el ministro portavoz Zaplana, el secretario General de Presidencia J. Zarzalejos y el secretario de Estado de Comunicación, A. Timmermans. Ni la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, ni los responsables de Defensa, F. Trillo, y de Hacienda, C. Montoro, miembros natos del gabinete de crisis.

Tampoco el jefe de los servicios de inteligencia (CNI), Jorge Dezcallar -fuera de juego hasta el día 16-. Su ausencia, la de los responsables de Exteriores y Defensa, y la presencia de dos altos cargos relacionados con la comunicación (Zaplana y Timmermans) dejan traslucir las intenciones de cómo el Presidente pretende abordar la crisis.

Aznar tampoco reúne el Pacto Antiterrorista, ni cita a representantes de otros partidos, a los que les hace llegar su opinión -Espero que no haya dudas de que ha sido un atentado, indica por teléfono a Zapatero- y la invitación para acudir a una manifestación convocada para el día 12.

Con estas decisiones, el Gobierno piensa afrontar la crisis en solitario y obtener los posibles réditos, si los hay, también en solitario. Para ello, despliega una intensa actividad en el campo de la información o, mejor, de la comunicación. Aznar en persona telefonea a los directores de varios periódicos de Madrid y Barcelona (volverá a hacerlo por la tarde) indicándoles que el Gobierno no duda de la autoría de ETA. Desde La Moncloa se transmite el mismo mensaje a los corresponsales de la prensa extranjera.

A las 13,30, el ministro del Interior anuncia la cifra de muertos en ese momento -173 y 600 heridos- e indica su creencia de que ETA es la autora del atentado, calificando de intolerable cualquier intoxicación por parte de miserables que apunte hacia otros autores. Poco después interviene Zapatero, que acepta la versión del Gobierno -Estamos ante el atentado más horrendo de ETA- y llama a la unidad democrática frente al terrorismo.  

A las 14,30 interviene Aznar. Se refiere al 11 de marzo como una fecha en la historia de la infamia y califica a los autores de asesinos fanáticos. Habla de la banda terrorista pero no cita a ETA. Anuncia tres días de luto oficial e invita a los ciudadanos a acudir, al día siguiente, a la manifestación convocada con el lema: Con las víctimas del terrorismo, con la Constitución, por la derrota del terrorismo. La alusión a la Constitución, convertida otra vez en patrimonio particular del PP, trata de reforzar la idea de que se trata de dar una respuesta a aquellos que no la aceptan: ETA.

Esa idea sobre quiénes son los autores se traslada al Consejo de Seguridad de la ONU, donde, en ausencia de Inocencio Arias, la representante española, Ana Menéndez, presenta una resolución urgente condenando a ETA por los atentados de Madrid, que a pesar de las dudas de los presentes se aprueba. Cuatro días después, conocidos los verdaderos autores, Arias se verá obligado a pedir disculpas.

Sin embargo, esa misma tarde, el Ministerio de Asuntos Exteriores envía un mensaje a todas las embajadas españolas señalando a ETA como autora de los atentados y advirtiendo de la intención de otras fuerzas políticas de desviar las sospechas hacia otros grupos terroristas. Otto Schilly, ministro alemán de del Interior, criticará, días después, a su homólogo Ángel Acebes, porque hubo retrasos, imprecisión y cosas inciertas en la información del gobierno español.

A las 20,15, poco después de que la policía haya difundido las fotografías de nueve miembros de ETA presuntamente relacionados con el atentado, Acebes anuncia el hallazgo de la furgoneta Kangoo y la apertura de una segunda línea de investigación, pero recalca que la línea esencial sigue siendo ETA. Opinión que Aznar confirma en una ronda de llamadas a directores de varios diarios.

A las 20,30, el Rey, en una comparecencia extraordinaria -la primera desde el intento de golpe del 23-F de 1981- habla por televisión. Muestra su repulsa, condena el atentado, pero no menciona a ETA, y exhorta a la unidad.

A las 21,30, la agencia Reuters comunica que el londinense Al-Quds Al-Arabi, diario propalestino impreso en lengua árabe, ha recibido una nota en la que un grupo cercano a Al Qaeda se hace responsable de los atentados de Madrid.     

Esa misma noche, la desactivación de la bomba hallada en una mochila en el apeadero de El Pozo permite obtener nuevos datos, que dirigen definitivamente la investigación policial hacia grupos islamistas.

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