En un discurso bastante deslavazado, salpicado de ocurrencias y lagunas, el profesor Tamames acusó al gobierno de producir todos los males imaginables, de problemas, tendencias y carencias que vienen de muy lejos, parecía acusar al gobierno de todo lo ocurrido desde décadas atrás. En su visión catastrófica del país, asumió aspectos de la visión de la historia reciente que es frecuente en la derecha. Pareció que se inspiraba en José María Pemán o en la historia de España de Ricardo de la Cierva, o quizá en ese ex izquierdista, que es Pío Moa, que, con la ciega fe del converso, ha encontrado un lugar en la literatura de entretenimiento reavivando los tópicos y muletillas más manidos de la propaganda franquista. Alguien ha dicho que Tamames se ha sumado a la “corriente revisionista” y no le ha faltado razón, pero revisionista, sobre todo, de su propia obra. Así parece que el ponente Tamames no ha leído lo que el catedrático Tamames escribió en 1973, que es lo siguiente:
Que fuesen los militares quienes
hubieron de echar sobre sí el grueso del esfuerzo era algo enteramente lógico,
desde el momento en que constituían la única fuerza que contaba con un aparato
de fuerza indiscutible, con organización y disciplina. Ni los requetés, ni
Falange tenían dispositivos mínimamente comparables. Pero al lado de los
militares facciosos, del Ejército y de las milicias de Falange y del Requeté,
estaban todas las demás fuerzas que representaban la tradición de una clases e
instituciones dominantes no dispuestas a aceptar las reformas que estaban
planteadas en el pacto del Frente Popular. Tal como puso de relieve en su
intervención en las Cortes el 16 de junio de 1936 el presidente del gobierno,
sin que nadie le rebatiera en este punto en aquellos días de <desorden>,
según las derechas, los hoteles estaban abarrotado de turistas, y los espectáculos
públicos se llenaban a rebosar; lo mismo que las calles. NO era precisamente un
clima de guerra civil lo que había, como lo han puesto de relieve también las
<Memorias> de Chapaprieta, escritas en 1937 y publicadas en 1971. La
verdad es que el clima para ello se preparaba en el Parlamento -por las
derechas- y en los cuarteles (por los oficiales antirrepublicanos).
También está históricamente claro que el
alzamiento militar comenzó a planearse en su última y decisiva etapa, que
conduciría a la guerra civil, inmediatamente después del triunfo del frente
popular. A nuestro juicio, no influyeron en esa decisión ni el pretendido
desorden generalizado, ni los crímenes políticos cometidos contra prohombres o
personas poco significadas de la derecha (…)
Todo estaba listo, pues, para ir a la
guerra civil; para algunos desde semanas atrás; para muchos desde el 16 de
febrero de 1936; para Sanjurjo desde agosto de 1932; para no pocos desde el
mismo 14 de abril de 1931”.
Ramón Tamames: (1973): La República. La era de Franco, Historia de España Alfaguara (VII), Madrid, Alianza, décima edición, 1983, pp. 229-231.
Para El obrero.es
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