viernes, 11 de noviembre de 2016

Trump

En España, país mediterráneo y católico, la familia es importante, y también las relaciones de la familia con el entorno de amigos y conocidos, que forman extensas redes de asistencia, protección, intercambio de favores, etc, etc. Pero eso no quiere decir que en otro tipo de sociedades, como USA, no existan tales redes, que tienen como base el núcleo familiar y las amistades para configurar las tramas de poder con que las élites se separan y distinguen del resto. Lo que cambia es el grado y la forma. En los años 50, Wright Mills, en "La élite del poder", estudió las relaciones entre las 400 grandes y poderosas familias de Nueva York y afirmaba, que a la hora de explicar la posición de los individuos en la cúspide de la escala social, tenían más importancia las relaciones familiares, los círculos selectos, la universidad de élite, los clubes privados, los deportes caros y la herencia, que los méritos obtenidos personalmente, en una sociedad en la que es un mito compartido que los individuos ascienden en la escala social gracias a sus méritos sin que existan obstáculos políticos o económicos estructurales que lo impidan. Y Trump es un millonario, hijo de un millonario, creo que ese dato obliga a matizar su inclusión en el grupo de los populistas. Trump no es un descamisado, ni tiene detrás ningún movimiento social. Tiene el poder que le dan el dinero y los medios de comunicación de Rupert Murdoch.

No necesariamente, Rafa, basta con que al líder supremo se le haya concedido tácitamente un poder sin limitaciones para que lo use a su albedrío. La jerarquía en el sentido de que existe una estructura de funcionamiento con una escala de responsabilidades no es lo característico de Podemos, que es más bien una confederación de grupos y grupúsculos donde el poder está en permanente discusión. Sobre ese magma regido con dificultad por un comité de dirección muy exiguo (y dividido), flota la figura del dirigente carismático.

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