Good morning, Spain, que es different
Hace ahora cuarenta años
estábamos inmersos en un proceso de cambios que no sabíamos cómo iba a
terminar.
El otoño de 1976 se puede
calificar de etapa decisiva en un año cargado de movimientos políticos y de
luchas sociales, no exentas de sucesos dramáticos, que expresaban la tensión
entre los que pretendían mantener un franquismo sin Franco y quienes deseaban acabar
con la dictadura mediante una ruptura democrática o incluso
revolucionaria.
En la Transición no sucedió lo
que en 1810, 1869 y 1931, en que tres períodos constituyentes de signo
democrático ocuparon el vacío institucional dejado al caer la monarquía, ya que
el régimen franquista sólo se hundió parcialmente, lo que le permitió conservar
buena parte de su legitimidad y mantener en uso los aparatos fundamentales del
Estado.
Cuando Franco murió se planteó
con toda crudeza la continuidad o la extinción de su régimen, pero se dio una
situación de precario equilibrio entre las fuerzas de éste y las de la plural y
dividida oposición. En el año 1976, el forcejeo entre los partidarios de ambas
opciones por romper a su favor ese equilibrio alcanzó la máxima tensión.
El
gobierno de Arias y Fraga, fiel al “espíritu del 12 de febrero”, pretendió mantener
el franquismo bajo la forma de una democracia a la española. “No se inicia un nuevo Régimen, sino una
nueva etapa”, dijo el procurador Pedrosa Latas, expresando la opinión de
los más furibundos defensores de la dictadura. Pero la movilización ciudadana y
la aparición de un sector de la clase política franquista partidario de iniciar
la reforma del Régimen antes de que las dispersas fuerzas de la oposición
pudieran unirse e imponer una ruptura, aconsejó a las mentes más preclaras sustituir
a Arias Navarro por Adolfo Suárez, cuyo gobierno acometió la tarea de reformar
el Régimen desde dentro.
Dicho
cambio tuvo lugar en un contexto de movilización ciudadana, luchas obreras,
estudiantiles y vecinales, huelgas generales, violencia terrorista y represión
policial, con un elevado saldo de muertos, heridos y detenidos. Franco murió en
la cama, sí, pero fue la ciudadanía más activa la que en la calle acabó con la
dictadura, pagando un alto precio por ello, pues el Gobierno consideraba la
calle no como un espacio público, sino como un escenario político sometido a su
control. “La calle es mía”, dijo Manuel Fraga en aquellos días, siendo Ministro
de Gobernación.
El
año 1976 fue pródigo en acontecimientos que fueron marcando un cambio de
tendencia. Empezó con una huelga general de varios días en Madrid, a los que
siguieron otras huelgas en el resto del país; en marzo, en el marco de una
huelga general tuvieron lugar los sucesos de Vitoria (5 muertos por la
represión policial, 90 heridos y más de cien detenidos), también en marzo, las
dos asociaciones unitarias de la oposición, la Junta Democrática y la
Plataforma de Convergencia se unieron en Coordinación Democrática (la
Platajunta); en abril, como efecto de la luchas obreras, la Ley de Relaciones
Laborales reconocía la readmisión obligatoria de despedidos, también en abril
pudo la UGT celebrar legalmente su XXX Congreso (el primero en suelo español
desde la guerra civil), pero el día 1 de mayo no se pudo celebrar legalmente la
Fiesta del Trabajo debido a la prohibición gubernativa.
En
mayo, tuvo lugar la tragedia de Montejurra (2 muertos y varios heridos por la
acción de pistoleros fascistas italianos y españoles), en junio se aprobó el
proyecto de ley de asociación política (pero el ejercicio siguió siendo
ilegal), en julio se abrió el registro de partidos políticos, CCOO, UGT y USO
formaron la Coordinadora de Organizaciones Sindicales (COS) y CCOO celebró de
manera ilegal su primera Asamblea.
En
julio, Adolfo Suárez reemplazó Arias Navarro en la Jefatura del Gobierno, el
día 19 se legalizaron los derechos de reunión, asociación y manifestación, y el
día 30 el Gobierno decretó una amnistía para delitos políticos que no hubieran
puesto vidas en peligro. En agosto se decretó una amnistía sindical y el
ministro de Relaciones Sindicales recibió a representantes de CC.OO y UGT, la
CNT rechazó la entrevista. El día 11 de septiembre se celebró legalmente la
Diada en Cataluña.
Otoño
comenzó con nuevas huelgas y movilizaciones ciudadanas. En octubre, se publicó
el Decreto de Medidas Económicas del Gobierno y la Plataforma de Organizaciones
Democráticas defendió la “ruptura democrática” en la llamada “Cumbre del
Eurobuilding”.
Noviembre
se inició con una nueva jornada de lucha en Cataluña y el País Vasco y mediado
el mes la COS convocó una huelga general en toda España. El día 18 las Cortes
aprobaron la Ley de Reforma Política (el llamado suicidio de las Cortes
franquistas), pero siguió habiendo evidente continuidad con la dictadura, pues
el día 20, primer aniversario de la muerte de Franco, se celebró en la basílica
del Valle de los Caídos un solemne funeral por el dictador presidido por los
Reyes.
El
día 1 de diciembre, las fuerzas de la oposición designaron a los miembros de la
Comisión Negociadora que debía verse con el Gobierno. Estaba formada por Felipe
González (PSOE), Santiago Carrillo (PCE), Enrique Tierno Galván (PSP),
Francisco Fernández Ordóñez (socialdemócratas), Joaquín Satrústegui
(liberales), Antón Cañellas (democristianos), Jordi Pujol (catalanes), Julio
Jáuregui (vascos) y Paz Andrade (gallegos).
Entre el 6 y el 8 de diciembre se celebró legalmente el XXVII Congreso del PSOE (renovado), el primero en suelo española tras la guerra civil.
Entre el 6 y el 8 de diciembre se celebró legalmente el XXVII Congreso del PSOE (renovado), el primero en suelo española tras la guerra civil.
El
15 de diciembre tuvo lugar el referéndum sobre la Ley de Reforma Política, con
una campaña electoral (“Habla pueblo, habla”) del Gobierno realizada sin
oposición, con los partidos políticos en la ilegalidad y sin haber accedido
Suárez a recibir de forma oficial a la Comisión Negociadora, aunque había
mantenido entrevistas secretas con varios de sus miembros.
Las
fuerzas de la oposición defendieron la abstención, pero el resultado del
refrendo fue favorable al Gobierno. Habría reforma del régimen, pero no ruptura
democrática… aunque la pelota aún estaba en el alero.
El
día 16, los Grapo secuestraron a José Mª Oriol, presidente del Consejo de
Estado, y el día 23 Suárez recibió a la Comisión Negociadora.
El
día 30 de diciembre fue suprimido el Tribunal de Orden Público (TOP), que en
ese año había abierto 4.795 sumarios. Entre los últimos detenidos puestos a
disposición del TOP, estuvo Francisco García Salve, el cura Paco, detenido tres
días antes en una manifestación que pedía la liberación de Santiago Carrillo,
que fue puesto en libertad el mismo día 30. Aunque el Gobierno no le permitió
convocar una rueda de prensa. Seguía el pulso.
El
año 1977 habría de ser igual de intenso.
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