martes, 8 de noviembre de 2022

Cosas de la prensa

GILIPOLLAS. Siguen las gilipolleces. Esta vez le ha tocado el turno al museo del Prado y los objetivos de la estupidez han sido dos cuadros de Goya, las dos “majas”, la vestida y la desvestida. Dos miembros de un grupo ambientalista llamado Futuro Vegetal (vegetal como su cerebro) han hecho una pintada en la sala y se han “pegado” al marco de los lienzos para llamar la atención sobre el cambio climático. Una “proeza” de dudosa eficacia a la hora de ganar adeptos para su causa. Probablemente, estos y otros mentecatos no se percatan de que los cuadros del museo son un valioso patrimonio nacional, un bien colectivo, que no debe ser utilizado para sus fines por muy nobles que sean. Seguramente ignoran los esfuerzos que se hicieron durante la guerra civil para poner ese tesoro a salvo de los bombardeos, como para andar jugando con él por unos instantes de notoriedad.     

EL OGRO. El señor Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, el mismo que acusa de tontos a los que pagan las facturas del gas y de la luz al desorbitado precio que fija el oligopolio, anuncia que va a llevar a los tribunales el impuesto del Gobierno a las compañías energéticas. Iberdrola han tenido un beneficio neto de 3.104 millones de euros en los primeros nueve meses de este año, por lo cual no parece que vayan a faltar fondos para pagar un tributo que no será alto. El señor Sánchez Galán tampoco se puede quejar. El “listo” tuvo un “salario”, digamos, de 13,2 millones de euros en 2021, el 8% más que en 2020, más alto que la tasa de inflación de ese año (¿lo sabrá Garamendi?). Qué prodigio de cabeza, qué inteligencia, qué esfuerzo físico y mental debe realizar este hombre en agotadoras jornadas de trabajo para merecer ese dineral, que, por cierto, ha gustado poco a los accionistas por lo disparatado. En el cuento infantil sobre los males que van a sobrevenir si a los bancos y las compañías energéticas les suben los impuestos un poco, ya tenemos perfilado a uno de los personajes imprescindibles: el ogro.    

TRANS. Sobre la controvertida ley, leo un artículo de Soledad Gallego Díaz -“Las etiquetas de la ley trans” (El País, Ideas, 6/11/2022)-, que, a ojos de un lego, me parece claro y ponderado, pues pone en cuestión el sentimiento como base de la configuración del género -“es mujer quien se siente mujer”-, con lo cual, la idea de género está pasando de ser un elemento cultural, colectivo, sobre, el que se erige el patriarcado como estructura social (y política) opresiva para las mujeres, que es lo que el feminismo ha mantenido hasta ahora, a ser un tema de identidad personal. “Si ser mujer -dice la autora- es un deseo íntimo, en lugar de una construcción social, habrá que cambiar el significado que venía dando el feminismo a esa palabra y desvincularla de la lucha social por la igualdad”. De nuevo aparece la identidad como un eje fundamental del programa Podemos.

QUEIPO. En aplicación de la nueva Ley de Memoria Democrática, los restos del general Queipo de Llano, de su mujer y de otro jerarca franquista -Francisco Bohórquez-, han sido retirados de la basílica sevillana de la Macarena por sus familiares para ser trasladados a un cementerio. No me parece mal la intención de privar de cualquier honor o privilegio a un militar golpista tristemente célebre por sus incendiarios discursos contra quienes defendieron la legalidad de la II República y contra sus familias, con particular encono contra las mujeres, y al que se considera responsable de la muerte de 45.000 personas, pero, desde un punto de vista laico, no sé si con esta y otras exhumaciones se hace un favor a la Iglesia católica, al obligarla a aceptar, por la presión de la ley, unas medidas que no han sido solicitadas por la Conferencia Episcopal. Es decir, son actos que tienden a desvincular la Iglesia católica respecto al golpe militar y la dictadura, pero lo hacen contra su voluntad, cuando hubiera sido políticamente oportuno y necesariamente cristiano, aunque tardío, revisar la inicua alianza sellada en la carta de 1937 en cuanto falleció el dictador. Pero se ve que la Santa Madre se encuentra cómoda en compañía del franquismo y de sus herederos.    

 

  

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