Ayer,
en el Parlament, tuvo lugar otra sesión histórica -histriónica, más bien- del
sainete en que se ha convertido la actividad política en Cataluña.
El
President vicario del President fugado fue despojado de su acta de diputado,
por una orden de la Junta Electoral Central, respaldada por el Tribunal
Supremo, que fue acatada por el republicano Roger Torrent, presidente del
Parlament, lo cual supuso un paso más en la progresiva separación de ERC y
JuntsperCat.
La
pérdida del acta fue la consecuencia de otro tropezón con la justicia de quien,
aprovechándose de su cargo de President, ha tenido hasta ahora como única
actividad institucional el impulsar la independencia provocando incidentes y
desafiando las leyes, como si fuera un mozalbete de los CDR. Y con los jueces
se ha encontrado.
Es
decir, Torra parece dedicado a seguir el camino opuesto al de ERC de
desjudicializar la política (sin que sepamos en qué se va a concretar eso)
suscitando la apertura de un caso judicial tras otro contra su propia persona.
Por cierto, y hablando de tribunales, el juez pide imputar a otros doce altos
cargos de Convergencia por su (presunta) participación en la trama de
corrupción del 3%. También está pendiente de declarar el Sindic de Greuges,
Rafael Ribó, clarísimo ejemplo de la deriva ideológica de la izquierda
pesebrista, por aceptar favores en especie. Pero volvamos a lo de ayer.
Muy
enfadado por la deslealtad de su socio, y hasta hace cuatro días comparsa del
disparate, salió de la cámara llevándose a los suyos y ahí quedo eso: es decir,
los Presupuestos.
Torra
parece dispuesto a desbaratar el intento de ERC de avenirse a dialogar -ahora
todo es diálogo- con el Gobierno de Sánchez para sacar a su gente de la cárcel.
Y a veremos cómo lo consigue. Lo cual exige aflojar la tensión, pero Torra cree
que cuanto peor vayan las cosas, mejor para el “procés”, que está agonizando.
Junqueras ha insistido en llegar a un refrendo negociado y ayer sólo se
reunieron doscientas personas en la calle para apoyar a Torra. Y quemaron un
contenedor de basura. Un acto simbólico.
De aquello de la lista del President y de Junts pel Sí,
hemos pasado al “Prou. Ara ja no”. Pero el Gobierno de España depende de ese
manicomio.
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