El
vicepresident del Govern de la Generalitat en los días de autos, Oriol
Junqueras, después de anunciar que no responderá a las preguntas de la fiscalía,
de la abogacía del Estado y de la acusación particular, ha mantenido una
entretenida charla con su abogado defensor, mediante la cual, tras aceptar con
cristiana humildad el brillante currículo profesional y la pacífica trayectoria
vital que le ha preparado el letrado, ha impartido un cursillo sobre las
bondades del nacionalismo y sobre su indudable talante democrático, en el que
se le ha olvidado citar como ejemplo, que los independentistas sólo tienen el respaldo
del 37% del censo y el 48% de los votos válidos, y que el partido más votado en
Cataluña es Ciudadanos. Pero eso son pelillos a la mar, lo importante es lo que
han afirmado los independentistas siempre
que han tenido ocasión y Torra hace unos días, que ellos obedecían el mandato
del pueblo catalán emitido el día 1 de octubre. Vale.
Tras
las arengas en favor de los justiciables con que los abogados defensores
obsequiaron a los presentes en la sala, en la sesión del primer día, Junqueras
ha decido juzgar a los juzgadores y convertirse en acusador espontáneo con una
sarta de frases para pasar a la historia. Ha recalcado su objetivo político -“no
renunciaré al derecho de autodeterminación”- y descalificado el proceso mismo: “Este
es un juicio político”, “me considero un preso político”.
Además
ha negado algunos de los cargos que sin duda le van a hacer: “No se usó dinero
público en el referéndum”, “siempre hemos rechazado la violencia” y finalmente ha
dictado a los jueces lo que deben hacer -“Esto no se resuelve poniendo a la
gente en la cárcel”- y señalado que están colocados en el lado equivocado de la
historia: “Nada de lo que hemos hecho es delito”, “votar no es delito,
impedirlo por la fuerza sí”. Y luego, como en un desplante torero, ha dejado en
el aire una frase -“Nuestra propuesta de solución política sigue vigente”- para
brindar una salida airosa al estado español, que viene a decir déjense de
pamplinas y vamos a negociar con alguien que sea valiente, no como Pedro
Sánchez.
Con esta actuación desde las filas del martirologio del catalanismo
irredento, Junqueras espera arañar unos cuantos votos a su odiado rival, y sin
embargo colega en esta aventura, que está en Bélgica viendo el juicio por
televisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario