domingo, 28 de agosto de 2016

La desaparecida moral

A propósito de una entrevista de Orencio Osuna con Enric Juliana (Nueva Tribuna, 17-X-2012)

Está bien. En general de acuerdo, pero con matices. Pero eso de que los mercados han gobernado siempre no lo tengo tan claro. Ni Marx es taxativo con eso; lo es si se le despoja de su parte humanista, de su parte de rebelde moralista y radical, y se queda uno con una parte del Marx economista (impulsado por un materialismo grosero, en la izquierda ha habido mucho economicismo). Me parece que aceptarlo como algo que no admite discusión es el gran triunfo del neoliberalismo, que ha logrado, al cabo de mucho tiempo de esfuerzo y de dinero invertidos, naturalizar el capitalismo; ha logrado que la reflexión sobre la moral -el eterno tema de las pasiones humanas- haya quedado arrumbada por la reflexión sobre el mercado, el lugar del intercambio. Ha logrado que todo el mundo discuta de precios, de pérdidas o ganancias, y enfoque su vida con este perspectiva -gano o pierdo-, no de si se hace el bien o el mal a alguien. La moral ha desaparecido de los actos humanos, en particular de los actos económicos (y también de los políticos), para quedar circunscrita a los asuntos privados, del sexo o del delito, pero en la esfera económica el planteamiento moral no cuenta. En esa medida, efectivamente, el mercado manda, pero la moral, lo amoral o inmoral sigue actuando, pues, si la codicia es buena, las viejas pasiones no han desaparecido. Para que mande el mercado hacen falta los sujetos que ejecuten sus mandatos y los tenemos: son el modelo del hombre nuevo, no el que querían crear los socialistas utópicos, los comunistas, los anarquistas, el sujeto libre, solidario y entregado a la causa de los trabajadores y los oprimidos, sino el creado por el neoliberalismo: el triunfador económico. 
En general, este enfoque está ausente en el debate sobre la independencia y el federalismo.
Para Colectivo Red Verde. 18-X-2012

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