jueves, 22 de enero de 2015

Podemos debe cambiar

Good morning, Spain, que es different

Los de Podemos se complican la vida tontamente. Con lo fácil que es hacer las cosas bien... cuando se sabe cómo hacerlas. Pero en Podemos parece que no saben cómo se hacen bien las cosas, por lo menos electoralmente. Deben olvidarse de su papel en las tertulias televisadas, de quejarse de que aquí o allá les tratan mal o no les tratan -pues, ¿qué esperaban?, parecen turistas-, olvidarse del mensaje triunfal y de la difusión de un (presunto) comportamiento virtuoso frente a los vicios de la casta y centrarse en el programa; en explicar que lo que proponen es positivo, no porque lo digan ellos, que son virtuosos, sino porque es objetivamente bueno para la gente corriente y en particular para los más necesitados de apoyo.
Defender el programa partiendo de la presunta virtud de quien lo propone tiene el peligro de que el programa pierda credibilidad, si los ataques al proponente, que es lo que le toca hacer al adversario, logran mostrar que la virtud no es tanta como la que se la presumía.
En vez de repetir: somos buenos, honrados, transparentes, democráticos y además vamos a ganar por goleada, deben adoptar un tono más humilde -bajar de la tarima de los profesores- y explicar su programa, que bastantes incoherencias tiene, en términos comprensibles para la gente corriente, dejando el lenguaje de los universitarios y las referencias al pesado de Laclau, al que aluden como último gurú de la política.
Deben formular unas pocas ideas fuerza -como la de "la casta", término impreciso desde el punto de vista sociológico, pero un gran acierto desde el punto de vista de la propaganda-, que sean verosímiles y unos planes que sean realizables en este siglo y tengan en cuenta la correlación de fuerzas para llevarse a cabo, lo cual tampoco dejan claro.
Y además deben acudir a la calle, sacar la gente a la calle, que la política "del pueblo" se hace con infantería, pero sacar la gente a la calle contando con la gente, con las organizaciones de la gente y por los problemas de la gente, no por las necesidades tácticas de Podemos.
Lo otro: el discurso triunfal y la venta de la virtud de los dirigentes es muy peligroso, porque es muy difícil escapar al riguroso escrutinio de sus adversarios sobre sus puntos flacos, que se está viendo que los tienen, como las aventurillas económicas de su Cúpula (los ingresos de Monedero y la beca de Errejón) y los negocios familiares de la novia del jefe.
Entiéndase lo anterior como dicho con el máximo respeto y con el fin de ayudar a una organización que, en unos pocos meses, ha hecho cambiar por completo el panorama político en España (y puede que más allá) y que por eso mismo ha contraído una responsabilidad de la que no sé si su núcleo dirigente es muy consciente.

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