domingo, 18 de diciembre de 2022

Mujer, vida, libertad




Bajo este escueto lema, que realmente contiene un mensaje reivindicativo tan extenso como explosivo para los fanáticos dirigentes de la República Islámica de Irán, ayer tuvo lugar una concentración ante la sede de su embajada en Madrid. O, mejor dicho, cerca, no enfrente, ya que la delegación del Gobierno no autorizó la concentración delante de la embajada, seguramente a petición del embajador, que quiso evitarse la molestia de oír que le llamaban criminal un sábado por la mañana. Aun así, el obediente funcionario tuvo que escuchar los discursos por megafonía y las consignas cantadas a coro por las personas allí reunidas: “Tu vecino es un asesino”, “Mujer, vida, libertad”, “Menos teocracia y más democracia” y otras pidiendo acabar con las ejecuciones y la represión y con la propia dictadura de los ayatolas en favor de un régimen de libertades.

Se leyeron textos de protesta con datos estremecedores: dos jóvenes ahorcados “legalmente” por “ofender a Dios”, mujeres torturadas, violadas y desparecidas, 32 menores de edad muertos por la policía al reprimir las protestas, una cifra de fallecidos que sobrepasa las 400 personas y la de detenidas que llega a las 18.000. Pero la protesta sigue.   

Lamentablemente, la asistencia fue escasa: algo más de un centenar de personas, en su inmensa mayoría iraníes, y un par de docenas de españoles. Poco es, por nuestra parte, ante la magnitud de lo que está ocurriendo.

Lo llamativo del caso es la poca atención que la izquierda, la moderada y la radical, suponiendo que exista realmente diferencia entre ellas, ha prestado a este gran movimiento de protesta popular en una de las teocráticas dictaduras islamistas del mundo, como si hubiera un islamismo “suave”, en versión chiita, en Irán, aliado además de Putin, y un islamismo salvaje, en versión sunnita, en la península arábiga o en Afganistán. Tampoco el Gobierno, tan diligente en otras cosas, está a la altura de la respuesta dada por algunos gobiernos de la Unión Europea; algo tendría que decir el señor Albares. Pero lo más chocante es el silencio en las filas feministas, tanto institucionales, como el Ministerio de Igualdad, como en organizaciones no gubernamentales. Sería conveniente que la ministra Irene Montero hiciera una declaración institucional o, quizá mejor, recibiera a una delegación de mujeres iraníes, o que, en su defecto, Ione Belarra apartara su atención por un momento de los galgos, los podencos y la perrita pequinesa y les hiciera un hueco en su apretada agenda. Por supuesto, los ministerios de “los chicos” también están concernidos, porque lo que sucede en Irán es muy serio.  

Por sus objetivos y por la participación y por la brutal respuesta gubernamental, las protestas populares en un régimen como el de Irán son hoy una de las causas populares más dignas de apoyo por quienes defienden la libertad, la democracia y los derechos humanos. Las izquierdas deberían despertar de su letargo.         

18.12.2022 para FB

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