sábado, 23 de julio de 2022

Ucrania. Olvidos y olvidadizos. Tres datos

Es difícil escapar de la propaganda cuando se trata de entender lo que sucede en Ucrania por encima, o por debajo, de la evidente destrucción provocada por la guerra, porque, de las interpretaciones que circulan sobre el caso, cada cual suele aceptar con menos resistencia la que, más se acerca a su ideología.

Todas las opiniones sobre el tema dicen fundarse en los hechos que han sido la causa del actual conflicto, pero, en vista de cómo está de enconado el debate, hay que tener en cuenta un par de cosas: la primera es que los hechos se escogen para configurar el relato que parece más verosímil o conveniente al punto de vista de nuestra ideología; la segunda, es que los hechos se interpretan en un discurso construido con palabras, y ahí interviene el sentido que cada cual atribuye a los términos utilizados, que no es unívoco, ni, por tanto, compartido, que es donde juega a sus anchas la propaganda.
Por ejemplo, he utilizado la palabra “guerra” para describir lo que allí sucede desde hace tres meses, porque, según la posición de lejano observador del conflicto, opino que, influido por lo que cuentan los periodistas, las personas que han huido de allí y los destrozos mostrados por las cadenas de televisión, en Ucrania hay una guerra, frente a la opinión de Putin, de que no la hay, sino sólo el efecto de “una operación militar especial”, que, según cuentan las lenguas de doble filo, es el término que deben utilizar los periodistas rusos al informar en Rusia del tema, si no quieren acabar sancionados o en la cárcel. Aunque esta información también podría ser falsa, porque la nueva Rusia, a diferencia de la vieja, es el paraíso de la libertad de expresión, el encarcelamiento de Navalni es un bulo occidental y lo de los periodistas muertos o desaparecidos, una mentira difundida por un periodista vengativo, sancionado por un despido procedente por no querer madrugar.
Puede ser que los supuestos periodistas que informan desde Ucrania sean realmente espías de la OTAN o que todos los periodistas de los medios de información occidentales hayan sido sobornados, que las largas colas de personas huidas sean “extras” contratados por alguna productora (de la OTAN o de Hollywood) para hacer bulto y, en algunos casos, actores profesionales con actitud lastimera y frase condenatoria, y que las ciudades destruidas sean decorados de escayola y cartón piedra o efectos de ordenador, con los que el imperialismo yanqui nos quiere engañar con una especie de juego de la “playstation”, presentando como guerra lo que no es más que la entrada pacífica y triunfal de tropas rusas en Ucrania, desarmadas y repartiendo caramelos entre los niños.
Del mismo, modo, lo que ha generado la necesaria defensa de Rusia con la “operación militar especial”, ha sido la progresiva ampliación de la OTAN después de la desaparición de la URSS y el Pacto de Varsovia, y la adhesión de Ucrania a la alianza, que supone una amenaza para su seguridad.
Por eso, es preciso ampliar la perspectiva desde la que se contempla el conflicto con algunos datos olvidados o directamente despreciados.
El 12 de junio de 1990, el Congreso de Diputados del Pueblo de la República Socialista Soviética de Rusia declaró la soberanía de Rusia. A partir de la cual, la legalidad de Rusia prevalecía sobre las leyes de la declinante Unión Soviética.
El 17 de marzo de 1991, aunque rechazado por algunas repúblicas, en el territorio de la URSS se aprobó en referéndum, con el 80% de participación, el 78% de aceptación y el 22% de rechazo, el Nuevo Tratado de la Unión, que definía una nueva relación entre las repúblicas de la agonizante Unión Soviética.
El 8 de septiembre de 1991, Boris Yeltsin, presidente de la República Soviética de Rusia, Stanislav Shuskevitch, presidente de la de Bielorrusia, y Leonid Kravchuck, presidente de la de Ucrania, anunciaron el final de la Unión Soviética, que quedó formalmente disuelta el 26 de diciembre.
Aunque el plan era mantener voluntariamente unidas en una nueva federación las 15 repúblicas que habían formado la URSS, varias de ellas rechazaron la medida y optaron por emprender un camino como repúblicas independientes y soberanas. Entre ellas Ucrania, que, en un referéndum celebrado el 1 de diciembre de 1991, ratificó una declaración de la Rada (parlamento), del mes de agosto, a favor de la independencia. Y, como país soberano, decidió ampliar sus relaciones con otros países, entre ellos la Unión Europea, pero sin romper sus vínculos con Rusia.

1 de junio, 2022

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