La noticia reciente de que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha multado a seis grandes empresas constructoras por pactar contratos durante 25 años, me ha llenado de asombro.
Es
un hecho insólito, inexplicable, extraordinario, que ha merecido sólo una multa
de 204 millones de euros en conjunto, cuando, por la gravedad de los hechos,
los culpables deberían haber sido llevados a los tribunales, acusados de
apostasía y de traición a la primera de nuestras instituciones. Lo cual, en
estas horas de zozobra, me ha llevado a redactar el siguiente llamamiento:
¡¡Atención, neoliberales!! ¡¡Uníos en defensa del Mercado!!
Un
oligopolio de ladrilleros, al concertar contratos y precios para burlar las
sagradas leyes de la competencia, ha osado atacar la institución fundamental de
nuestro mundo, el pilar que soporta nuestra civilización, sin el cual dejaremos
de ser lo que somos y perderemos nuestra identidad, nuestra cultura y nuestro
futuro.
¿Qué
cosa seremos sin el omnipotente Mercado? Nada, un desvalido rebaño de seres sin
rumbo. ¿Qué seremos sin las leyes de la oferta y la demanda? Nada; una
primitiva sociedad de autoconsumo. ¿Qué seremos sin la libre concurrencia de
personas, productos y capitales en el Mercado? Nada, un fracasado sistema
soviético. ¿Qué seremos sin la necesaria competencia? Nada, un desconcertado y anodino
grupo de cooperantes. ¿Qué seremos sin el motor de nuestro sistema económico?
Nada; un desierto de oportunidades. ¿Y qué seremos sin las crisis periódicas
con las que el Mercado autorregulado se corrige y se sanea? Nada; sólo una
sociedad sin emociones.
El
Mercado premia el mérito y reparte adecuadamente la riqueza, es la salud del
sistema y regula el mundo mejor que la política, que está sometida a las peores
pasiones. Ahora el Mercado reclama el apoyo de todos en un momento en que es
atacado desde dentro.
Inversores,
accionistas, emprendedores de todo género y condición, no os preguntéis qué
puede hacer el Mercado por vosotros, sino qué podéis hacer vosotros por el
Mercado. ¡Jóvenes, maduros y ancianos; seres binarios y todos los demás;
obreros y empresarios, aprendices y becarios, activos y parados; pensionistas y
rentistas; todos y todes a porfía en defensa del Mercado! Ha llegado la hora
suprema, el Mercado nos llama, defendamos nuestra principal institución.
¡Viva
el Mercado! ¡Abajo los idólatras y los apóstatas!
https://elobrero.es/opinion/91098-inaudito-ataque-al-mercado.html
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