viernes, 18 de febrero de 2022

Suspiros de Spain

 Dejo para otro día comentar la sesión parlamentaria del día 3, destinada a aprobar o no la nueva reforma laboral, porque el espectáculo, digno de aparecer en la pista central del famoso circo Barnum, donde actuaba el audaz trapecista y simpar mujeriego conocido como el Gran Sebastián, en una película de don Cecil B. De Mille, merece ser tratado con mejor humor y más detenimiento. Y vamos con los suspiros en aquella jornada de verdadero “suspense”, que diría el maestro Hitchcock.

Suspiró con alivio el Gobierno, tras el susto de la primera lectura de los datos, corregida por la inclusión del telemático voto positivo de un diputado del PP -un voto en conciencia, pues según Freud, el subconsciente no se engaña-, que corrigió en parte la defección de los diputados discrepantes de UPN, que dijeron votar en conciencia. Por un solo voto de diferencia -175 síes, 174 noes-la nueva reforma laboral quedó aprobada; un voto raspado, que se presta a varias lecturas y a una constatación preocupante, pero útil para el propósito perseguido. Suspiraron los diputados del PSOE, UP -con un diputado menos (el “rastas”)-, Ciudadanos, PDeCat, Más País, Compromís, PRC, Coalición Canaria, Nueva Canarias y Teruel Existe, que aprobaron la Ley.

También suspiraron los desleales socios del Gobierno -ERC, PNV, Bildu y BNG-, que reaccionaron como siempre, anteponiendo la identidad nacionalista a un problema social, y general, como es una reforma laboral que afecta a los trabajadores de toda España. De no haber sido aprobada la reforma, a ver con qué cara se presentaban “los negacionistas” en sus respectivas naciones, para explicar a sus votantes que, por el bien de la patria (chica), habían rechazado una reforma laboral que mejoraba su situación, y que, por tanto, seguían bajo las condiciones dictadas por el “gobierno del 155”.  

Un suspiro de alegría recorrió los escaños de quienes votaron que no a la reforma, que fueron los habituales -PP, Vox, UPN desmintiendo a su partido, y Foro Asturias- más el Mixto, Junts y los radicales señoritos de la CUP. Alegría que se tornó clamor de protesta cuando se conoció el disputado voto del señor Casero.  

Y, desde luego, quienes más y más hondo suspiraron fueron los asalariados del país, trabajadores y trabajadoras de cualquier región que, con esta reforma, que no es la mejor posible, verán mejoradas sus condiciones laborales e incluso las de sus vidas.

Otro día hablaremos de la vida política, de lo que sucede en el Congreso de manera habitual, de las dificultades entre los diputados no ya para entenderse, sino para escuchar y tratar de debatir con sensatez, en comparación con lo que trae detrás esta ley, que son largas jornadas de debate de miembros del Gobierno con delegados de la patronal y de los sindicatos, que, en definitiva, representan los dos pilares fundamentales de la economía, que son el capital y el trabajo. Y ellos sí paree que pueden discutir e incluso llegar a un acuerdo.

Dado el clima imperante en la cámara, de haberse intentado elaborar la ley en el Congreso, es dudoso que hubiera acabado el trámite. Hubiera quedado, como tantas otras reformas necesarias, arrumbada por la bronca.

Lo que hace falta es que la ley se aplique bien, con largueza, y pronto.  

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