martes, 10 de marzo de 2015

Hombres de negro

Good morning, Spain, que es different

Los aplicados funcionarios de la Troika -un gobierno de facto, autoritario y opaco- son como los marcianos de la película Men in black, seres extraños, de otra especie pero con apariencia humana; humanoides dirigidos desde naves nodrizas que están en Washington, en Frankfort y en Bruselas, que llevan a cabo con frialdad su destructiva misión contra los trabajadores y las clases sociales económicamente más débiles de Europa.
Son técnicos pagados de sí mismos, educados en facultades de económicas y en escuelas de negocios donde les han instruido en una disciplina esotérica que poco tiene que ver con la realidad, pues, por sus fines y sus medios, la economía ha dejado de ser una de las ciencias más sociales que existen para convertirse en una ciencia asocial, o mejor dicho, antisocial; en una inapelable teología.
Los hombres de negro operan con modelos matemáticos que representan a las sociedades, donde todos o casi todos los movimientos estás previstos. Las sociedades están representadas por números y cuadros estadísticos y se mueven con una lógica que conduce a los fines establecidos de antemano, referidos al déficit público, al gasto social, a la deuda a amortizar, al nivel de los salarios, etc, etc; han señalado un diagnóstico y marcado un camino, que los países deben seguir por las buenas o las malas.
Cogen la tijera y cortan aquí o allá, de esta partida del presupuesto o de la otra, con tal de alcanzar la cifra de gasto prevista, reducir el déficit, el interés, la deuda, los salarios o lo que sea, menos los beneficios de las grandes empresas, que esos sí que son sagrados, para que cuadren las cifras de miles de millones de euros del cuadro macroeconómico de Europa. Un dineral que expresa un sufrimiento humano difícil de calcular, porque no existen las unidades de medida que lo permitan y porque tampoco interesa tenerlo en cuenta. Las vidas humanas afectadas por las medidas aplicadas por los hombres de negro y dictadas por la Troika son daños colaterales, efectos con un valor secundario ante el objetivo buscado de reducir la deuda, que es el Santo Grial de nuestros días.
Los hombres de negro son implacables, no admiten negociar ni renegociar, su mandato es imperativo y debe cumplirse caiga quien caiga; no se equivocan, sus cálculos son siempre acertados, y si los resultados no son los esperados, la culpa es de quienes los aplican, porque no lo hicieron con suficiente rigor, y de los pueblos que los asumieron, que no renunciaron a bastantes derechos ni aceptaron suficientes recortes, por lo cual hay que seguir con lo mismo pero con redoblada dureza, para cumplir el objetivo, que es arrasar el estado del bienestar y repartirlo entre las grandes fortunas y colocar a las masas trabajadores en condiciones laborales de competir con los trabajadores del tercer mundo. Su repugnante misión es crear las condiciones económicas que hagan atractivas las inversiones en Europa, para que el capital transnacional, se halle seguro, bien remunerado, con un beneficio rápido y gravado con pocos impuestos.
Los hombres de negro actúan con impunidad, sin responsabilidad social ni tampoco política, porque la Troika no es un gobierno representativo que se vea obligado a ofrecer resultados a los ciudadanos, a soportar las críticas de la oposición, porque institucionalmente no la tiene, ni a someterse al escrutinio de la gente mediante el voto, porque es un poder de hecho, producto de un golpe de estado financiero, que sólo responde ante quienes le han colocado ahí, que son los grandes capitales.
La Troika y sus hombres de negro son un claro ejemplo de la democracia secuestrada por el poder del dinero, que cuenta, eso sí, con el beneplácito de todos los gobiernos de Europa, salvo el de Grecia, y también con el apoyo entusiasta del nuestro. 

Bajo el poder de la Troika, y la destructiva labor de los hombres de negro, Europa reniega de su sino, de su historia reciente, de sus señas distintivas y se acerca a lo peor de los países de Asia, al capitalismo salvaje y a los gobiernos despóticos; se suma a la barbarie que crece en el mundo. 

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