Hoy,
en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América
pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por primera vez en un solo ejército,
bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de
la jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la
Internacional celebrado en Ginebra y, de nuevo, en 1889, por el Congreso obrero
de París. El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los
terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los
países están unidos.
¡Oh, si Marx estuviese a mi
lado para verlo con sus propios ojos!
Federico Engels, Londres, 1 de
mayo de 1890. Prefacio a la edición alemana de El Manifiesto del Partido
Comunista.
......
Si hoy estuviese a mi lado,
Marx no daría crédito a lo que verían sus ojos.
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