Respuesta a Agus Salva
1.Cierto. En la UE no estamos para tirar cohetes, además de
Hungría y Polonia, crece una deriva autoritaria y conservadora, pero quedan
cosas, instituciones, formas, valores, principios que merecen conservarse y
defenderse, precisamente, contra quienes quieren acabar con ellos e incluso
frente a quienes pretenden ser sus únicos administradores (“El gentil monstruo
de Bruselas” como llamaba Enzensberger a la tupida burocracia).
2. La UE no puede librarse, por ahora, de su origen: un
Mercado Común y en ciertos sectores un oligopolio privado, que se imponen sobre
las decisiones de los ciudadanos, mal representadas, por otra parte, en las instituciones
ante una burocracia muy poderosa, influida por poderosos lobbies. Ni puede librarse
del neoliberalismo que la ha guiado desde hace 30 años, impulsado por las tres mayores
economías (Inglaterra, Alemania y Francia) y seguidas dócilmente por las demás.
3. Conocemos las dificultades que tienen las sociedades
sometidas a gobiernos totalitarios para desprenderse de su inercia y de sus
vicios (Alemania o Italia, por ejemplo, y España para desprenderse del
franquismo ideológico). Por tanto, es fácil suponer que Ucrania esté pasando
por un trance semejante (corrupción, oligarquías). Pero también cabe suponer
que, si el sentir democrático no era muy profundo, ahora, frente a lo que Putin
ofrece, lo será más. Una guerra es un momento excepcional para repensar las
cosas; es como una colosal fragua donde se templa el país del futuro. Y además
está la presión de la UE y las condiciones para aceptar a los nuevos miembros,
que deberían de aplicarse, con más rigor si cabe, a algunos de los viejos para
ponerlos en la puerta de salida
4. Pero en el artículo no me refiero sólo a las
instituciones políticas y a su representatividad. Me estoy refiriendo sobre
todo a las formas culturales, a la producción cultural no dirigida por el Estado,
a la expresión individual grupal y a la posibilidad de emitir, crear,
reproducir y divulgar, de los países que sea capaz de influir sobre otros. A la
capacidad de exportar ideas, mitos, modos, y costumbres, que puedan ser
aceptados por otros países; en definitiva, me refiero, al llamado ”poder blando”,
en el que Occidente lleva mucha ventaja a Putin, cuya principal preocupación es
la ubicación estratégica de Rusia en un orden mundial multipolar, donde el poder
duro, las correlaciones exteriores de fuerzas, se apoya en correlaciones
interiores de fuerza fundadas también en el poder duro (o durísimo). Y en eso Rusia
tiene larga experiencia.
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