¿Los monstruos nacen o se hacen? ¿Nacen a manadas o se producen en serie? Son preguntas sin una respuesta definitiva, pero algo está pasando en Estados Unidos cuando aparecen tantos tipos que no sólo son amigos de las armas de fuego, sino de emplearlas contra sus semejantes. Bueno, contra sus semejantes realmente no, sino contra seres inferiores a los que la naturaleza ha destinado a ser objeto de su puntería, como seres privilegiados con el poder de decidir, con un fusil de asalto en la mano, quien vive y quien muere en un rato de ocio y de ruido.
¿Qué
tiene en la cabeza, y en el corazón, el individuo, varón, generalmente, que
ametralla a la multitud? ¿Qué sentimientos le pueden llevar a asesinar a
personas desconocidas? ¿Qué idea de la vida, de la ajena e incluso de la
propia, tiene un chico joven que entra en un instituto y dispara de manera
indiscriminada contra sus compañeros? ¿Qué puede animar, además del odio y el
racismo, a una persona blanca a desplazarse 300 kilómetros hasta un barrio
propicio para asesinar personas negras en un supermercado? ¿Qué tipo de emoción
puede suscitar en un joven disparar contra los niños acorralados en una escuela
infantil? ¿Quizá poder contarlo en internet? ¿Divulgarlo, asociando el nombre
propio y el de la familia a un acto monstruoso? ¿Ser conocido como asesino unos
instantes en las redes, antes de desaparecer entre millones de mensajes de
millones de estúpidos que también quieren ser famosos, aunque por motivos menos
criminales?
¿Qué
tienen en la cabeza los fabricantes de armas de fuego que se oponen a cualquier
regulación que limite su uso, sabiendo que 43.000 personas mueren cada año en
Estados Unidos por las letales mercancías que ellos fabrican?
¿Qué concepción de la vida, de la sociedad, de la libertad, de la política y de sí mismos tienen los
representantes políticos que se oponen, no sólo a prohibir, sino siquiera a
regular de forma más estricta la venta de armas de fuego? ¿Son realmente los
patriotas que ellos creen ser o simplemente son unos irresponsables movidos por
un individualismo patológico?
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